ORGAS NUNCA MAS, NI OVEJAS NARANJAS, NI OVEJAS AMARILLAS

Día a día voy viendo como se desenvuelve esto que han dado en llamar "continuidad". Quienes se sienten empoderados por todo lo que otrora aconteció y montados en un proyecto político, han creído que ya no había retorno a la vieja política, la del dedo fácil, se equivocaron. Es una realidad y no necesita de un análisis que explique que pasó. Está todo a la vista, y no precisamente porque haya sido con transparencia que fue hecho, mas bien porque la imposición de verdades abstractas al momento de definir posturas, hicieron posible que este gran circo se armara en los terrenos ausentes de ideología que los políticos no han permitido ocupar.
Se ha y está, tirando por la borda tantos años de acción con los barrios y su gente, tanta discusión contra los punteros para poder llegar a explicar como es esto del estado y el gobierno. Tanto se había empezado a hacer, que la euforia y el entusiasmo no dejó lugar a mirar un poco más lejos y pensar que todo esto podía pasar. Están dejando huérfanos de política, a muchas personas que nunca habían querido participar de ella, y que poco a poco estábamos logrando acercarla a los grupos de acción. Hablo de personas reales, personas que quedaron a mitad de camino y no saben si seguir solas, o volverse a su letargo de desesperanza pensando que todo fue un sueño, o una mentira.
"Es la política", dicen. No, no es la política, son los hombres que lo hacen de esa manera porque no quieren perder el poder. Ya no importa como, ni menos con quien, solo importa mantenerse en el lugar que se consiguió, o en todo caso, recuperar el que se tuvo. Carente de todo fundamento ideológico, se suceden uno tras otro los hechos que van marcando el rumbo que tomará el próximo gobierno, venga de donde venga. La premisa es ganar para apoderarse del estado. Los debates quedaron resumidos a simples coloquios de intelectuales que no quieren ser interrumpidos en su discurso. La acción en los barrios pasó a ser un delivery de bolsones de comida. Los estados asamblearios se transformaron en convocatorias para subir a los micros. Las discusiones en las unidades básicas son ahora obediencia debida.
Cuánto creímos poder hacer y cuánto no hicimos. Sin darnos cuenta, o no, igual nos manipularon y llevaron a esto que de ideología y política, no tiene nada.